Al oído me decías,
con tus besos me alimento,
con tus besos me alimento,
y al revolver de una esquina
me vendes sin miramientos,
¡qué grande es tu cobardía!
Y cuentan las malas lenguas
que lloras arrepentido
que lloras arrepentido
paseando por mi puerta
y que triste y abatido
pareces un alma en pena.
Vete por donde has venido
y déjame ya tranquila
y déjame ya tranquila
que tu llanto no me importa
y tus cuentos y mentiras
ve y cuéntaselos a otra.
Un poema muy flamenco y unos versos, muy "sentios"
ResponderEliminarGracias.
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